La pasarela se proyecta por la necesidad de salvar la carretera N-102 a su paso por Vitoria, uniendo ambas márgenes y conectando el gran Anillo Verde de 31 kilómetros que rodea la ciudad.

La infraestructura consigue salvar una longitud total de 61 metros en un solo vano, sin apoyos intermedios, comunicando el barrio de Zabalgana con el bosque natural de Armentia, corredor ecológico de importante valor ambiental. Asimismo, la disposición de los estribos respeta las zonas de dominio público de las carreteras en previsión de una futura ampliación.

El diseño de la pasarela propuesto fue el resultado de la adaptación de los condicionantes técnicos ya citados, además del condicionante básico que supone el perfil de la carretera, que atraviesa el terreno en trinchera generando importantes taludes a ambos lados.

La construcción de una pasarela sobre una carretera limitada por taludes exigía un arco o un pórtico estribado en dichos taludes o en su prolongación hacia arriba si lo hubiese requerido el gálibo.

La solución propuesta, de un arco rebajado, en el que los esfuerzos se transmiten en paralelo al intradós mientras que el tablero se sitúa sobre el trasdós de la pasarela presenta un óptimo compromiso entre eficiencia estructural sin requerir una excesiva elevación de la rasante en la clave manteniendo la pendiente en valores admisibles tanto para el tráfico de bicicletas como de personas de movilidad reducida.

La elección de arcos como principal elemento estructural con un predominio de los esfuerzos axiles es especialmente adecuada para un material como la madera, de elevada resistencia en dirección paralela a la fibra y baja capacidad en perpendicular.

La necesidad de minimizar al máximo el tiempo de interrupción del uso de la carretera es también un condicionante primordial: La tipología estructural en arco triarticulado permite una completa prefabricación de los semiarcos y el traslado por carretera de la pasarela en dos módulos para, una vez en obra, ser fácilmente izados y colocados mediante autogrúa.